viernes, 31 de octubre de 2008

La venganza más silenciosa del mundo.


Sinceramente espero que una diarrea cronica ataque tus intestinos
o por lo menos que te cague
una gorda paloma
en tu cabeza
de estupida sonrisa complaciente
mostrando tu alegria prostituta
solo porque vienes de una mañana con ella
sólo porque haz visto mas tiempo
su sonrisa
de arlequin desempleado
de felicidad de baúl
te mereces aunque sea
pisar mierda
el universo me lo debe
ademas de otras cuentas impagas
iluso
ni siquiera te imaginas que no existes
que ella te esconde detras de frases como
"es que me voy a ver con alguien"
Ó
"tengo algo que hacer"
ahí vives tú
ingenuo de mierda
en la
omisión
perdido en calles sin nombres
ni numeros
sólo te aviso
que cuando las circuntancias nos encuentren
-a ella y a mí-
y ella me mire con
su rostro imperterrito
de estatua empolvada por su propia melancolia
infinita
ella
con su balsamo del olvido
-un puñal de menester pendiente-
abrumando los espacios existentes
y me declare que no le importas
que quiere estar conmigo
tambien
mi respuesta sera
la mas oscura afirmación

martes, 7 de octubre de 2008

La increible historia de Maria Antonieta.


Maria Antonieta despierta de lunes a viernes a las 6:30 de la mañana.
Somnolienta, mirándose los parpados se abre paso entre objetos sombríos de un día aun no sido.
Cuando empieza a caer el agua de la llave, un grito se posa en su retina y no vuela más de allí. Rauda corre y pone la tetera, se arroja suavemente al lado de su hermano para apaciguar su llanto en su cuerpo. Cuerpo de violenta hermosura, que renace cada sol para morir de cansancio en un ocaso redentor. De hermosura de otros años pretéritos que escalan a veces hasta el hoy.
Son las 9 y Maria Antonieta ya es la reina de la casa.
Enciende el televisor de la pieza donde sus hermanos se sientan en una cama sin hacer, y se pierden en las imágenes que les bailan.
En cada recodo de la casa donde La reina se pierde, se apaga o vuelve a resurgir el murmullo televisivo que la calma.
Aquellas situaciones en la pantalla le detienen el tiempo en un bostezo, que mientras dura le permite barrer, ordenar las cosas, sacudir los muebles.
A veces Maria Antonieta se para frente al televisor afirmada en la escoba, y siente que es niña como sus hermanos, pero poco le dura la infancia en el lugar donde ella tiene que reinar.
Los sábados y domingos duerme hasta las 8. Las obligaciones del orden se le han pegado a las manos, que sólo descansan en las mejillas del amor. Amor que trabaja sólo los fines de semanas cuando ella puede descansar.
Al almuerzo, los garbanzos gimen en burbujas que desbordan la olla, mientras ella-La reina- busca al seba que anduvo creyendo que los muebles eran bosques para esconderse. De un ala Maria Antonieta lo toma y lo sienta en la mesa, la cara de su hermano se transmuta de la risa secreta a un miedo entre burlón y temeroso.
Por la mierda, se manchó todo- exclama desde sus labios rojos de pétalos naturales.
Hay veces donde el día le arranca pedazos, y sol le percute su piel y el cansancio no puede más y se le anida en sus ojos. Pero la hermosura prístina de Maria Antonieta no se muere ni a balazos, la sonrisa le dibuja estrellas en la cara y cuando se ríe deja volar algunas mariposas que a veces quedan dando vueltas por la casa.
Una vez se puso a espantar a un ocaso mientras gritaba por el bulla, la energía le salía inventada cuando no existía, se paseaba por la casa y derramaba sonrisas sin querer.

viernes, 3 de octubre de 2008

Sábado (Alfonsina Storni)


Me levanté temprano y anduve descalza
Por los corredores: bajé a los jardines
Y besé las plantas
Absorbí los vahos limpios de la tierra,
Tirada en la grama;
Me bañé en la fuente que verdes achiras
Circundan. Más tarde, mojados de agua
Peiné mis cabellos. Perfumé las manos
Con zumo oloroso de diamelas. Garzas
Quisquillosas, finas,
De mi falda hurtaron doradas migajas.
Luego puse traje de clarín más leve
Que la misma gasa.
De un salto ligero llevé hasta el vestíbulo
Mi sillón de paja.
Fijos en la verja mis ojos quedaron,
Fijos en la verja.
El reloj me dijo: diez de la mañana.
Adentro un sonido de loza y cristales:
Comedor en sombra; manos que aprestaban
Manteles.
Afuera, sol como no he visto
Sobre el mármol blanco de la escalinata.
Fijos en la verja siguieron mis ojos,
Fijos. Te esperaba.

Por otras razones.

Fue por razones que se ocultaron en una casa de espejos. ¿Por qué otra razón podría ser?
Fuentes otra vez desecha su cuerpo sobre las sabanas de su cama, arrugadas hasta agolparse, esconderse en ellas mismas a los pies.
Como buen religioso le reza a los santos, todos equilibrados cuidadosamente en el fetiche que Fuentes les construyó, noches atrás con las sabanas en similar posición.
El culto a la amistad es cosa peligrosa- le dije una vez por teléfono.
Huérfano de él mismo se agarra de las faldas de sus santos, siempre tan hipócritas, siempre tan negligentes y que a veces dejan su posición de ensimismamiento estatuario para dejarle caer alguna sonrisa lastimera, algún consejo benigno.
Esa mierda no es amistad- ¿te acuerdas que te dije hace años ya? ¿Cómo estarás ahora?
Pero Fuentes los correteaba siempre con la culpa del abandonó de un amigo y su moral de buenas costumbre en una relación fraternal.
Así no funcionan las cosas.
Las tardes te sentabas siempre en el penúltimo asiento de la corrida del lado izquierdo, de la ventana de la micro. Esa vez te vi. Sofocado buscándote hasta el infinito en la negrura de las nueve, mientras tu ¿compañero? ¿Amigo? Dejaba escapar las palabras que se colgaban de sus antecesoras en un hilo horizontal siempre igual, monótono, si hasta yo me aburrí mientras te reconstruía en el reflejo, mientras te dibujaba a ti mismo años antes.
“hola amigo” me decías y a mi me invadía de inmediato una repulsión automática a la responsabilidad, a tus expectativas, a tus culpas colgantes.
Fuentes desapareció el 13 de diciembre del 2006. Cuando luego de la graduación nos reunimos en un departamento a celebrar el final o tal vez para despedirnos riendo. ¿Riendo de que?
Recuerdo que se movía entre el ambiente pesado del humo y del vaho de cuerpos en verano, esquivando sombras, perdiéndose en un rincón y apareciendo tras una puerta, siempre silencioso.
Desapareció al cabo de unas horas. Ningún abrazo a nadie, ni siquiera a la anfitriona y su eterna risa plastificada.
Había desaparecido horas antes ese día en sí mismo, desde allí corrió a su oreja donde se sentó a esperar, a veces hablaba con su lengua para matar algunos minutos de espera y miraba su reloj.
Yo me había ido lejos ya de esa estación.

jueves, 2 de octubre de 2008

Más y más turbación.

Llego y
me masturbo
¿Que máspuedo hacer?
Me alivia
eyacular
fuera de ti.
No dártelo
todo a ti
todo el tiempo.
Y no es
una masturbación
cualquiera
-como
la de la vaca lechera-
Es una masturbaciónausente
.......... sin sentido de culpa
.................................... sin curas
sin religión
............. sin sexo casi.
Esuna guerra
contra ti.
Me tengo
que defender
de alguna manera
Y
me masturbo
mirandoa una
modelo
italiana
.......... -la sensualitá
.......... under 20-
parecida
a ti.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Anonimos valores.

Me cubrió tu ímpetu hormonal de 17 años. A un costado de la plaza, sin decirlo me pedías una actuación imposible debido a mi pánico escénico y a todos los críticos, espectadores a la pasada que me clavaban muchas veces su indiferencia inquisidora o mi paranoia coercitiva. Querías que imaginara ese jazz barato miserable, ese irritante rock ochentero, mientras balbuceamos diálogos demasiados innecesarios para las ansias de los cuerpos, que inventáramos en esa banca frente a la municipalidad, la peor, la más cliché, la más patética y penosa historia de detectives, que intentan resolver un caso mientras sacian su libido.
¿Qué querías que hiciera? Los escuchaba pasar a nuestro lado, y raudo efecto sacaba mi mano cubierta por tu polera. Pero a ti no te importaba, y maquinalmente me dejaba arrastrar a tu boca que arrancaba capas de mi labio. ¿Estoy sangrando?-pregunte con estupida inocencia, inocencia de mierda.
Que ironía que ahora esos momentos puedan ser saboreados sólo en mi cabeza, que sirvan sólo para satisfacer las noches de onanismo compensatorio.
Desde un principio estableciste las cláusulas de este contrato respetado por ti-desgraciadamente- como si fueras a caer presa de algún castigo desmesurado, si faltabas a éste.
No lo haré, en serio- prometí.
El plan era otro, apégate al plan, me repetí demasiadas veces como para tener ya asumido que me estaba pisando la cola.
Quise tambalearme en tus labios, pasear mis manos sin culpas y sin ataduras por tu cuerpo. Ese era el plan.
Éste sábado, es el último y después chao- ¿te acuerdas que dije eso?
Ese mismo sábado estabas al otro lado del teléfono mientras te deseabas buenas noches, con voz de disculpas, y tu cortaste mis palabras rápido, experta ya, sabias que ese contrato no era más que una diligencia para cubrir tu promiscuidad no asumida, pero inerte a tu juventud, que por alguna razón me acaecía, que desde lejos se difuminaba en mis costumbres anacrónicas.
La falta de imaginación creativa de las películas negadoras de amor real que degusto en la oscuridad de mi pieza iluminado patéticamente por la somnolienta luz del televisor recurre a resabios, a una mixtura de tu vientre firme y tus gemidos agónicos ¿gemías? Es la misma falta de imaginación la que te motivó a volver tu cara con sorpresivo enojo, y encaminarte diva de la pobreza afectiva, lejos. Falta de creatividad, de mi inexperiencia obsoleta.
Supiste bien mostrarte lo suficiente para que yo estirara mi mano en mendiga acción, para luego recubrirte de tu capullo- ya inútil en teoría, pero funcional en la práctica- de princesa inmaculada, de inocencia casi verdadera, creíble siempre. Pero tú lo supiste siempre, por eso ahora saludas y empujas y yo … bueno yo te escribo.